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Pues bien. Este año y después de 10 sin pisar las arenas, he vuelto a enfundarme un nuevo pañuelo de hierbas (mil gracias por el regalo), y junto a esa pedazo de cuadrilla que me arropó durante los dos días, hice el mejor de los caminos que he vivido.
En la primera foto, sí son todos los que están, pero no están todos los que son.
Un abrazo desde aquí a la familia Tarriño, que me quedé con las ganas de saber cómo es un camino con vosotros. El año que viene estaremos juntos si Dios quiere.
No puedo olvidar el momento de ver a todos cuando me incorporé, ni tampoco el momento de llegar a la Matilla o la noche en ella, ni el andar pegado a los mulos del Simpecado, ni el Barrio las Gallinas, ni los abrazos ante la baja mirada de la Virgen del Rocio al llegar a su Casa... Gracias a todos.
1 comentario:
Animo Josechu tu puedes.
Una admiradora
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