






Del siglo pasado han llegado a esta hermandad dos ciriales de Santa Marina, de labrado liso y pequeño tamaño, conocidos familiarmente en la Priostía como “las escobas”. Eran portados en el recorrido anual del Viernes Santo por niños traídos del cercano Hospicio de San Luis, niños que muchas veces dado lo intempestivo de la hora eran sacados de la procesión mucho antes de llegar la Cofradía a la calle San Luis de recogida, como recordaban hermanos antiguos.
Con la llegada al Convento de la Paz la Hermandad, en proceso de renovación, decide hacer lo propio, haciendo unos más acordes con el cortejo procesional. Será en principio Landa el encargado de hacerlos, pero con su marcha a Jerez de la Frontera toma el relevo Juan Fernández Gómez. En las partidas de Mayordomía se pueden observar los diversos pagos.

El primer recibo tiene fecha de 31 de octubre de 1939 (“Año de la Victoria dice en su fecha) y está firmado por Emilio Landa (que por entonces tenía su taller en la calle Lope de Vega 2) quien afirma recibir la cantidad de mil pesetas a cuenta de los dieciocho ciriales que estaban confeccionando para la Hermandad. Los recibos se suceden hasta marzo de 1940 con el nombre del mencionado orfebre, pero al parecer éste se traslada a Jerez de la Frontera recurriendo la Hermandad a Juan Fernández.De tal manera, los pagos se reinician con regularidad hasta el último recibo, en el que el orfebre cobra la última cantidad de 6.600 pesetas el 17 de mayo de 1942.

Como podemos comprobar la obra pasó por vicisitudes diversas y duró unos años, con lo que quizá fuera ese año de 1942 el del estreno de los ciriales ya que no se ve reflejado dicha novedad en las actas de cabildo de la época. De metal plateado y repujado, miden 2,20 metros y ahora, en su nueva disposición en el recién estrenado coro bajo, podemos apreciar que están ejecutados por parejas en el dibujo de los vástagos o varas, un detalle que denota gran originalidad a la hora de realizar una obra que bien podría haberse resuelto de manera rutinaria y hasta repetitiva; detalle de buen gusto muy característico de alguien discípulo aventajado del gran Cayetano González. Las cabezas o remates están decorados con cabezas infantiles y felinas, mientras que cuatro elegantes “eses” soportan la cazoleta donde se coloca el codal o vela.

Finalmente decir que la Hermandad de las Tres Caidas de Jerez,también goza desde antiguo de este privilegio,pues según tradición de la cofradía,“al Santisimo hay que alumbrarlo con dieciocho luces”.