No hay nada más elegante que ver un enhiesto nazareno, ataviado con su túnica de cola al brazo. Una estampa añeja, casi desaparecida, pero la forma clásica y por excelencia de vestir este hábito.
Son pocas las cofradías que aún mantienen esta costumbre. La Amargura, el Valle o el Calvario, la única que jamás dejó de hacerlo,conservan esta manera de saber hacer antigua,siendo fieles a la tradición y a si mismas.
Esta hermandad, una de las regentes en el mantenimiento de las formas cofradieras, de hecho puede verse como sus nazarenos usan la cola al brazo en unas imágenes de la película “Currito de la Cruz” del año 1926, es la primera en eliminarlo, y ello por motivos prácticos más que justificados. Y me explico.
Desde 1939 adopta el itinerario llamado tradicional en la memoria de tantos: Alemanes, Argote de Molina a Francos, bajada por Chapineros a Álvarez Quintero, Plaza del Salvador, Cuna, Orfila y Amor de Dios hasta Delgado, continuando por Trajano, Conde de Barajas y Plaza de San Lorenzo. En los años cincuenta sufrió una pequeña modificación: al terminar la calle Orfila, se discurría por el Angostillo de San Andrés a la plaza de este mismo nombre y luego por Daoiz y García Tassara se bajaba a la calle Amor de Dios para retomar el itinerario anterior.
Como consecuencia del crecimiento del número de nazarenos en los años cincuenta y sesenta, comienzan a hacerse habituales los “parones”, que culminan en el colapso de la Madrugada de 1966, en la que al juntarse en la confluencia de las calles Orfila y Javier Lasso de la Vega la Cruz de Guía de la Hermandad del Silencio con el paso de palio de la Virgen de las Angustias, todo quedó detenido. La entrada en el templo de la Cofradía, prevista a las 7:30, no se haría hasta las 9.
A consecuencia de ello, en Cabildo General Extraordinario se acordó cambiar el itinerario de regreso a San Lorenzo estableciendo el actual. Rafael Duque Castillo,hermano preclaro de la corporación,pensaba que, con éste cambio, que indudablemente representaba un gran sacrificio para la Hermandad, el problema quedaría resuelto. Con independencia de que ello se haya conseguido o no, y del indudable perjuicio estético y de horario para la cofradía,se decide que los nazarenos alivien su caminar, incrementado en muchas horas, colocando la cola recogida en el esparto,dejando libre y descansado el brazo que soportaría la elegante pero cansada manera de llevar la túnica.Ya lo dijo alguien, ”la elegancia, es incómoda”.
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