APUNTES SOBRE EL MANTO DE LA VIRGEN DEL VALLE.
Es para mí la del Valle, una de las cofradías esenciales de la Semana Santa. El conjunto de bordados de su paso de palio es una de las cumbres del arte cofradiero, una sublimación a la mesura y a la elegancia del saber hacer.
Por todos es conocido que el opulentísimo manto que bajo diseño del escultor José Ordoñez bordara en hojilla de plata Patrocinio Vázquez entre 1904 y 1905 y que otrora poseyera su Titular, fue vendido incomprensiblemente en 1919 a la onubense hermandad del La Vera Cruz bajo el auspicio del Conde de Mora Claros y principalmente por la insatisfacción que esta prenda causó en la corporación sevillana desde el primer momento.
Esta magna obra, vino a ser sustituida por otro manto procesional de Juan Manuel Rodríguez Ojeda ejecutado en 1920 y cuya simbólica traza quiso representar el misterio Pascual de Cristo.
Este manto sigue las directrices del palio,que perteneciera como sabemos a la Virgen de La Antigua y Siete Dolores, siendo además la pieza más primitiva de bordados sevillanos que hoy procesiona (s.XVII).
Constituye un conjunto de muy bella factura pero sin la fastuosidad de la pieza anterior. Pero lo que pocos saben y he aquí la curiosidad que apuntamos, es que Juan Manuel Rodríguez Ojeda aportó 2 diseños más inspirados en las bambalinas del palio y que no se ejecutaron.
De un lado,el proyecto llamado “La Cruz Coronada” y de otro el “Ave María”, los cuales se concebían para ser bordados en plata sobre terciopelo rojo y burdeos respectívamente. El primero de ellos lucía en su centro el escudo de la hermandad,de ahí su nombre, y la resolución radial de su dibujo era de inspiración mudéjar.
En el segundo de ellos las reminiscencias mudejáricas y orientales eran aún más visibles y patentes,acercándose a las composiciones que producía el Taller de Olmo, bajo el diseño de Herminia Álvarez Udell.
Sin embargo,el vigente manto de Juan Manuel no terminó de cumplir las expectativas de parte de los cofrades del Valle, quienes a partir de 1940 retoman la idea de realizar uno nuevo. Así se tiene constancia de varias ideas proyectadas por diferentes artístas, siempre en la línea de las bambalinas del palio, entre las que destacamos el proyecto de Manuel Martínez bajo el lema “Claveles” y el de Paz Gestoso en 1948, bajo la dirección del Catedrático de Hª del Arte de la Universidad de Salamanca Jiménez Placer.
Finalmente, ninguno de los dibujos satisfizo a la corporación del Jueves Santo,lo que unido a una corriente de cada vez mayor conciencia y valoración de la soberbia prenda de Rodríguez Ojeda, hizo que el manto permaneciese inamovible y admirado hasta la actualidad.
Es para mí la del Valle, una de las cofradías esenciales de la Semana Santa. El conjunto de bordados de su paso de palio es una de las cumbres del arte cofradiero, una sublimación a la mesura y a la elegancia del saber hacer.
Por todos es conocido que el opulentísimo manto que bajo diseño del escultor José Ordoñez bordara en hojilla de plata Patrocinio Vázquez entre 1904 y 1905 y que otrora poseyera su Titular, fue vendido incomprensiblemente en 1919 a la onubense hermandad del La Vera Cruz bajo el auspicio del Conde de Mora Claros y principalmente por la insatisfacción que esta prenda causó en la corporación sevillana desde el primer momento.
Esta magna obra, vino a ser sustituida por otro manto procesional de Juan Manuel Rodríguez Ojeda ejecutado en 1920 y cuya simbólica traza quiso representar el misterio Pascual de Cristo.
Este manto sigue las directrices del palio,que perteneciera como sabemos a la Virgen de La Antigua y Siete Dolores, siendo además la pieza más primitiva de bordados sevillanos que hoy procesiona (s.XVII).
Constituye un conjunto de muy bella factura pero sin la fastuosidad de la pieza anterior. Pero lo que pocos saben y he aquí la curiosidad que apuntamos, es que Juan Manuel Rodríguez Ojeda aportó 2 diseños más inspirados en las bambalinas del palio y que no se ejecutaron.
De un lado,el proyecto llamado “La Cruz Coronada” y de otro el “Ave María”, los cuales se concebían para ser bordados en plata sobre terciopelo rojo y burdeos respectívamente. El primero de ellos lucía en su centro el escudo de la hermandad,de ahí su nombre, y la resolución radial de su dibujo era de inspiración mudéjar.
En el segundo de ellos las reminiscencias mudejáricas y orientales eran aún más visibles y patentes,acercándose a las composiciones que producía el Taller de Olmo, bajo el diseño de Herminia Álvarez Udell.
Sin embargo,el vigente manto de Juan Manuel no terminó de cumplir las expectativas de parte de los cofrades del Valle, quienes a partir de 1940 retoman la idea de realizar uno nuevo. Así se tiene constancia de varias ideas proyectadas por diferentes artístas, siempre en la línea de las bambalinas del palio, entre las que destacamos el proyecto de Manuel Martínez bajo el lema “Claveles” y el de Paz Gestoso en 1948, bajo la dirección del Catedrático de Hª del Arte de la Universidad de Salamanca Jiménez Placer.
Finalmente, ninguno de los dibujos satisfizo a la corporación del Jueves Santo,lo que unido a una corriente de cada vez mayor conciencia y valoración de la soberbia prenda de Rodríguez Ojeda, hizo que el manto permaneciese inamovible y admirado hasta la actualidad.
4 comentarios:
Maestro, de los mejores artículos que he tenido el honor de incluir en mi blog. Magnífico.Una vez más, enhorabuena. Un abraçao
Jamás un escudo -además de grandes dimensiones- se ha integrado de forma tan armoniosa y a la vez potente y bella en un manto. Para mi, esta pieza es quintaesencia de la perfección, los hay más ricos, si, pero este es la expresión del puro equilibrio, de la racionalidad en la concepción del dibujo, -muy geométrico conceptualmente, no tanto en lo que respecta a las distintas piezas bordadas, sino en el lenguaje que se establece entre ellas- y de la sencillez, aunque esta sencillez a la que aludo, es sólo una apariencia muy estudiada por el genio de Juan Manuel. En su contra, sólo se puede alegar que visualmente pierde mucho en la distancia media y larga (yo en estas cosas me fijo mucho), siendo inapreciables las mezclas de oro y plata que lo enriquecen y le dan personalidad y desdibujándose las piezas que al ser fraccionadas crean una percepción engañosa. Es un manto muy personal dentro de la producción juanmanuelina y muy estudiado en función del palio, con lo cual, es poco polivalente en comparación con otros. El buen arte es así. Me lo pido.
Gracias hermano.Pero también he de agradecerte tu colaboración para que todo esto salga como lo hace.Un abrazo y gracias otra vez.
Gracias Rafael por tus palabras.Siempre es importante leer a grandes cofrades que aportan una visión única de todo esto.
Un abrazo.
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