Como no podía ser de otra manera este año, debido a las inclemencias del tiempo (en pleno mes de agosto, ¡ojo!) nuestra Patrona bajó hasta la Catedral en el atardecer del tercer domingo de agosto y no amaneciendo como es habitual.
La posibilidad de realizar un Rosario Vespertino, desapareció cuando se rezó tras la misa de las 6 de la mañana, mientras se hacía la espera para ver si el tiempo daba una tregua y así poder ir al centro de la ciudad con la Virgen de la Cinta.
Una marea humana, que ha venido aumentando desde hace dos décadas, volvió acompañar a la Virgen de la Cinta en este inusual traslado, viéndose incrementada por la hora en la que tuvo lugar el recorrido por el Conquero.
Un traslado que resultó curioso a la par que muy bonito, pero que personalmente prefiero con las claras del día y los primeros rayos del sol alumbrando la cara de la Virgen Chiquita.